19 de septiembre de 2025
Vivimos en una época marcada por el cambio constante. La globalización, el cambio climático, las crisis sanitarias y, la revolución tecnológica liderada por la inteligencia artificial, están transformando todos los aspectos de nuestra vida. Ante un futuro impredecible y lleno de desafíos, las universidades tienen la responsabilidad de formar jóvenes que sean capaces de adaptarse, trabajar en equipo, comunicar ideas, resolver conflictos y tomar decisiones éticas.
Es aquí donde las soft skills o habilidades blandas ganan relevancia y se están convirtiendo en habilidades esenciales en el entorno educativo del siglo XXI. Estas competencias personales y sociales son clave para formar a los profesionales del futuro. Pero, ¿qué son exactamente las soft skills? ¿Cómo contribuyen al bienestar de la sociedad y al desempeño de los trabajadores del mañana? ¿Y de qué manera pueden cultivarse de forma efectiva en el ámbito universitario?
¿Qué son las soft skills y por qué importan?
Las soft skills son habilidades que trascienden el ámbito laboral; son transferibles entre diferentes empleos y a lo largo de la vida, permitiendo a las personas navegar por diversas situaciones y experiencias. Estas habilidades están ganando protagonismo en las demandas del mercado laboral contemporáneo, y apoyan no solo al crecimiento económico sino también al desarrollo social en respuesta a los cambios globales.
Aunque no existe una lista cerrada, algunas de las soft skills más valoradas hoy por empresas, organizaciones sociales y organismos públicos incluyen:
- Comunicación efectiva: Saber expresar ideas claramente y escuchar activamente.
- Empatía: Ponerse en el lugar del otro para comprender sus emociones y necesidades.
- Pensamiento crítico: Analizar problemas desde distintas perspectivas antes de tomar decisiones.
- Trabajo en equipo: Colaborar y construir en conjunto, incluso con personas muy diferentes.
- Adaptabilidad: Cambiar de rumbo cuando las circunstancias lo exigen.
- Creatividad: Generar ideas nuevas y útiles frente a problemas complejos.
- Gestión del tiempo: Organizar tareas, establecer prioridades y cumplir plazos.
- Profesionalismo: Ética laboral, responsabilidad y compromiso con el trabajo y respeto hacia los demás.
Puede parecer contradictorio, pero mientras las tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial automatizan tareas cada vez más sofisticadas, son precisamente las capacidades más humanas las que cobran más importancia. Porque mientras un algoritmo puede procesar miles de datos por segundo, sigue sin poder negociar con sensibilidad, liderar un equipo diverso o resolver un conflicto con empatía.
Más allá del mundo laboral, las soft skills tienen un impacto profundo en la calidad de vida y la cohesión social. Una sociedad cuyos miembros poseen habilidades desarrolladas de comunicación, empatía y resolución de conflictos es una sociedad más cohesionada y resiliente frente a crisis.
La Formación Dual Universitaria: un puente hacia las soft skills
A pesar de su importancia, las soft skills han sido tradicionalmente relegadas a un segundo plano en la educación superior, bajo la premisa implícita de que estas habilidades «se aprenden por el camino» o son inherentes a la personalidad de cada individuo. Este enfoque resulta insuficiente ante los retos contemporáneos, por lo que las universidades necesitan incorporar deliberadamente el desarrollo de estas competencias en sus currículos, no como un complemento opcional, sino como parte integral de la formación.
Es en este contexto donde la Formación Dual Universitaria emerge como una alternativa especialmente valiosa para el desarrollo de soft skills. Este modelo educativo, que alterna periodos formativos en la universidad con otros en empresas u organizaciones, ofrece un entorno privilegiado para el desarrollo de habilidades sociales, emocionales y profesionales. Al situar al estudiantado en contextos reales de trabajo y bajo la supervisión y acompañamiento tanto de la universidad como de la empresa, permite que estas competencias se ejerciten y consoliden de forma segura y progresiva. Lo que antes se dejaba al azar tras la graduación, ahora puede integrarse desde el inicio como parte estructural del proceso formativo. Esto acorta la distancia entre el aula y la realidad profesional, y prepara al estudiantado para navegar con solvencia en entornos complejos e impredecibles.
Dentro del marco de la Formación Dual Universitaria, existen estrategias que fomentan el desarrollo de las soft skills:
- Reflexión estructurada sobre la experiencia vivida: A través de diarios de aprendizaje, tutorías reflexivas o espacios de análisis grupal, las y los estudiantes transforman sus vivencias prácticas en aprendizajes conscientes. No se trata solo de hacer, sino de pensar sobre lo hecho, identificar lecciones, reconocer áreas de mejora y proyectar crecimiento.
- Feedback constante y personalizado: La retroalimentación de tutores académicos y mentores del entorno laboral ofrece miradas complementarias y realistas sobre el desempeño de la y del estudiante. Este acompañamiento continuo favorece la autocrítica, la mejora progresiva y la consolidación de la identidad profesional.
- Interacciones reales en contextos laborales auténticos: La convivencia diaria con supervisores, colegas y clientes permite ejercitar habilidades como la comunicación efectiva, la empatía, la colaboración o la gestión de conflictos. Las soft skills dejan de ser teoría y se convierten en herramientas vivas para actuar y adaptarse en entornos complejos.
- Sistemas de apoyo entre pares (peer support): Los espacios compartidos con otras y otros estudiantes, como grupos de mentoría o redes colaborativas, fomentan la empatía, el aprendizaje mutuo y la construcción de soluciones colectivas ante los desafíos que surgen durante la formación.
En este entorno de colaboración, el crecimiento de la y del estudiante se potencia con el aprendizaje mutuo, consolidando así un ecosistema formativo capaz de moldear no solo profesionales competentes, si no también personas socialmente responsables y emocionalmente preparadas.
Hacia un nuevo paradigma educativo
Integrar las soft skills en la educación universitaria no es solo una cuestión pedagógica, sino también cultural. Supone replantear qué entendemos por éxito académico y profesional. Supone valorar tanto a la o el estudiante brillante en cálculo como al que logra cohesionar un equipo, o al que sabe transmitir una idea compleja con claridad y empatía. No se trata de renunciar a la excelencia académica, sino de entender que esta no puede desligarse de competencias que permitan aplicar el conocimiento en contextos complejos y cambiantes.
El futuro de la educación superior pasa inevitablemente por un reequilibrio entre la formación técnica y el desarrollo de soft skills. Las universidades que sepan integrar efectivamente ambas dimensiones estarán formando no solo buenos técnicos, sino profesionales completos capaces de liderar la transformación de sus campos y contribuir significativamente al bienestar social.
La pregunta ya no es si debemos incorporar las soft skills a la formación universitaria, sino cómo hacerlo de la manera más efectiva y sistemática posible. Y en este camino, modelos como la Formación Dual Universitaria pueden ofrecer respuestas especialmente valiosas, al tender puentes entre la teoría y la práctica, entre la academia y el mundo profesional.
La universidad, como espacio de formación integral, tiene la responsabilidad de prepararnos no solo para un empleo, sino para una vida activa, ética y comprometida con la sociedad. Fomentar estas competencias desde la formación académica es una inversión en un futuro más humano, más justo y más sostenible. Y eso es, al fin y al cabo, lo que se espera de los profesionales del mañana.
Atrás